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El proyecto Sur
Por Pablo Gianera
Apagados los fuegos vanguardistas de los años 20,
surgió una revista impelida por la exigencia de modernidad, aunque con
menos voluntad de ruptura que sus antecesoras. La historia de la revista
Sur está determinada por la influencia que ejercieron sobre Victoria Ocampo
(su fundadora) dos extranjeros y un argentino: el escritor
norteamericano Waldo Frank, el filósofo español José Ortega y Gasset y
Eduardo Mallea. A instancias de ellos, se decidió crear una revista que
abordara los problemas de los escritores americanos jóvenes y difundiera
la obra de los escritores europeos del momento (algo que resultó
posible gracias a las amistades de Ocampo, que iban de Paul Valéry a
Walter Gropius pasando por Le Corbusier y Alfonso Reyes).
El primer número de Sur apareció en el verano de 1930-1931. Los
colaboradores de esa primera etapa aparecían divididos en un "Consejo
extranjero" y un "Consejo de colaboración", que, en términos generales,
cubría disciplinas artísticas tan diversas como la literatura, la
música, la pintura y la arquitectura. En el primero, figuraban el
crítico dominicano Pedro Henríquez Ureña, Reyes, Leo Ferrero, Drieu de
la Rochelle, Ortega y Gasset, Jules Supervielle, Frank y el músico suizo
Ernst Ansermet; en el segundo, los argentinos Jorge Luis Borges,
Eduardo J. Bullrich, Oliverio Girondo –que renunciaría al poco tiempo–
Alfredo González Garaño, Eduardo Mallea, María Rosa Oliver y Guillermo
de Torre. A lo largo de los años, estos comités fueron mutando y se
incorporaron, entre otros, Carlos Alberto Erro, Adolfo Bioy Casares,
Ricardo Baeza, Ezequiel Martínez Estrada, Ernesto Sabato y, más
adelante, Alberto Girri, H. A. Murena y Enrique Pezzoni. Una mención
aparte merece el escritor José Bianco, en la medida en que, desde su
incorporación –en 1937– a la secretaría de redacción de la revista,
terminó de darle forma al proyecto y, al ampliar la sección de reseñas
bibliográficas, le dio mayor espacio al ejercicio de la crítica. Guiados
por Bianco (que oficiaba como un verdadero maestro de taller
literario), muchos escritores jóvenes publicaron en esas páginas sus
primeras colaboraciones.
La palabra "proyecto" no es casual. Si toda revista
de cultura se propone siempre la defensa de ciertas líneas poéticas y
artísticas, Sur intervino además fuertemente en las discusiones
ideológicas y filosóficas. Sería difícil definir las líneas estéticas
que promovía Sur. Lo cierto que las tendencias de la dirección
(puntualmente, Victoria Ocampo) por la literatura francesa, no coincidían por completo con la del resto de los integrantes. Así, Borges
y Bioy Casares preferían la literatura anglosajona (de Robert Louis
Stevenson a Gilbert K. Chesterton) y legitimaron géneros menores como el
policial (se trataba del "policial inglés" y no el de la "serie
negra"). Podría pensarse entonces que fue precisamente la diversidad de
enfoques (que, pese a todo, mantuvo un rígido sistema de exclusiones
respecto de otras poéticas) aquello que aseguró la persistente
incidencia de Sur en el panorama de la literatura argentina.
Algo parecido ocurre con las opciones políticas. La habitual acusación
que pesa sobre Sur como revista "de derecha" choca con el hecho
irrefutable de que algunos integrantes pertenecían al Partido Comunista,
aunque debe decirse que la revista rechazó en bloque la emergencia del
peronismo en la vida política argentina.
La periodicidad de Sur no fue regular y, por otro lado, entre julio de
1934 y julio de 1935, su publicación estuvo interrumpida. Hasta ese
momento, había sido cuatrimestral y, ya desde el principio, se usó el
logo con la flecha orientada hacia abajo que identificaría para siempre a
la revista. Estas características se mantuvieron hasta diciembre de
1950. A partir de 1953, y luego de varios números dobles, redujo su
formato y pasó a ser bimestral. Durante el último período (desde el
número 325, correspondiente a julio-agosto de 1970) se convirtió en
semestral, con la salvedad de algunas de esas ediciones (como la 329, de
diciembre de 1971) fueron en realidad antologías de textos ya
publicados por la revista.
La incidencia de Sur tocó no sólo a la cultura argentina, sino que se
extendió por América Latina. La explicación de este fenómeno es múltiple
y tiene que ver con los materiales publicados. Por un lado, la revista
fue el lugar natural para los textos de los miembros del comité. Así,
para citar un ejemplo, numerosos poemas, ensayos y relatos de Borges
encontraron allí su primera edición (además de poemas y ensayos, en el
número 56 apareció "Pierre Menard, autor del Quijote", primer cuento
fantástico del autor). Por otro lado, se le debe a Sur una fuerte
revalorización de las traducciones, con la consiguiente impronta de
democratización de la cultura que esto supone. En una época en la que
las traducciones realizadas en España eran escasas, emergió la categoría
del escritor-traductor. En los números de Sur aparecieron por primera
vez adelantos de libros y ensayos fundamentales de André Gide, Jean-Paul
Sarte, Allain Robbe-Grillet, Thomas Mann, Martin Heidegger y George
Orwell, y versiones de clásicos como "Wakefield" de Nathanel Hawthorne,
los fragmentos autobiográficos de Thomas De Quincey y relatos de Henry
James. A esto se suma la confección de números monográficos dedicados a
la literatura inglesa, alemana, norteamericana e italiana en los se dio a
conocer a poetas y narradores desconocidos en español.
No menos decisiva resultó en este caso la tarea del sello editorial
Sur, extensión de la revista. Allí, además, de libros de autores
argentinos (Borges, Silvina Ocampo, Alejandra Pizarnik, H. A. Murena,
entre otros), se tradujeron por primera vez a Carl Jung, D. H. Lawrence,
Theodor W. Adorno, Graham Green o Jack Kerouac (estos dos últimos en
versiones de Juan Rodolfo Wilcock). Por su trascendencia, se destacan
aquí la traducción de Borges de Palmeras salvajes de William Faulkner,
Lolita, de Vladimir Nabokok (por Pezzoni, con el pseudónimo de Enrique
Tejedor) y Malone muere, de Samuel Beckett (por Bianco).
Hacia mediados de la década del 1950, la revista empezó a recibir
fuertes críticas de otras publicaciones literarias y, especialmente, del
grupo Contorno. La aparición, ya en los sesenta, de nuevas revistas
menoscabó su gravitación cultural. Y a esto se agregó, en 1961 (número
270), la renuncia de Bianco a la jefatura de redacción luego de una
diferencia irresuelta con Victoria Ocampo
acerca de la Revolución Cubana. Ese cargo sería ocupado hasta 1968 por
María Luisa Bastos. Fue un período que en el que colaboraron Pizarnik,
Mario Vargas Llosa, Severo Sarduy y Sylvia Molloy, y en el que se
publicó un número especial en torno a Shakespeare que incluía una
selección de críticas preparada por Borges.
Durante el último período, la tarea de jefe de redacción fue cumplida
por Enrique Pezzoni. Crítico y traductor, Pezzoni alentó esas dos zonas e
incorporó el comentario de los acontecimientos políticos. La última
edición de Sur (número 347, julio-diciembre de 1980) estuvo dedicado
enteramente a homenajear a su fundadora, muerta poco tiempo atrás. Aun
antes de su cierre definitivo, Bianco definió admirablemente el
itinerario de la revista a lo largo de casi medio siglo: "Sur no ha
hecho concesiones a la vulgaridad, las ideas hechas, los sentimientos
convencionales o la pereza mental del lector. Ha tratado, en cambio, de
estimular su inteligencia. Ha logrado, creo, interesarlo en las nuevas
corrientes literarias, en los problemas estéticos o sociológicos
vigentes en el mundo, o en los eternos problemas de la filosofía".
Bibliografía
John King, Sur. Estudio de la revista argentina y de su papel en el desarrollo de una cultura. 1931-1970, México, Fondo de Cultura Económica, 1989.
Eduardo Paz Leston, "El proyecto de la revista ‘Sur’", Capítulo. La historia de la literatura argentina, Nº 106, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1981.
Victoria Ocampo, Autobiografía, Buenos Aires, Sur, 1979-1984.
José Bianco, Ficción y realidad, Caracas, Monte Ávila Editores, 1977.
Jorge Luis Borges, Borges en Sur, Buenos Aires, Emecé, 1999.
Beatriz Sarlo, La máquina cultural. Maestras, traductores y vanguardistas, Buenos Aires, Ariel, 1998.
Patricia Willson, La constelación del Sur. Traductores y traducciones en la literatura argentina del siglo XX, Buenos Aires, Siglo XXI, 2004.
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